domingo, noviembre 11, 2012

El puma


Podemos imaginar al puma originario camuflado en los sepias de la estepa acechando guanacos, pero hoy en día es más común que conozcamos su versión civilizada mostrando las garras en la cancha de algún club citadino. Sufrimos con él frente a la pantalla y nos fusionamos en el abrazo colectivo que tanto identifica al grupo al momento de entonar el himno. Ellos son los elegidos. Pertenecen a la élite que viste con orgullo la camiseta y ruge su gloria en cada partido.
Pero más allá de los límites exclusivos del circuito profesional y de sus jugadores estrella, se encuentra una especie híbrida que indudablemente, es mayoría. Se trata de los aficionados, que también conocen el sudor y los sacrificios. Se destacan por su tenacidad, su contextura física y su look delator.
Este ejemplar de naturaleza masoca no está en riesgo de extinción. Resopla sus bufidos exigiendo al máximo su capacidad aeróbica sin importar la edad (o kilos) que tenga. Corre con muecas de dolor disfrutando secretamente el recorrido mientras imagina que está en la cancha recibiendo el pase perfecto. En cada parpadear visualiza un try a pesar de la leve renguera que deja al descubierto una tendinitis, una rótula machucada o un calambre en puerta. Viste shorcito blanco viejo y muy corto, chomba ancha con cuello y medias hasta la rodilla (con alguna rayita de color desteñido identificando al club donde alguna vez jugó). Este puma no usa gorra ni anteojos. Se banca el sol como venga. Se deja curtir.
Acecha al corredor que tiene delante con los cuádriceps agarrotados y la mandíbula tensa mientras escucha Start me up de los Stones esperando que empiece algún tema punchi punchi que lo ayude a llegar a la esquina. Imagina el tackle perfecto mientras se acomoda el pelo (esa pelusa desprolija que conjuga a la perfección con la barba crecida). Es grandote y su corazón es proporcional al tamaño de su cuerpo. Se crió y vive en San Isidro y lo dice con orgullo. Tiene un trabajo sedentario y una familia hermosa de la que escapa de vez en cuando en dirección al hipódromo, para saciar su necesidad de deporte y refrescar el recuerdo de lo que pudo haber sido su carrera profesional como jugador.
No es esquivo y obedece el trazado de su senda como un nadador en plena competencia. Se hace respetar por quienes lo rodean. Ni el maratonista de zancadas exageradas ni las sonrisitas traviesas de las chicas de hockey lo desvían de su objetivo. Sabe que el premio está cerca.
Le gusta elongar en el cerco de su casa (su único full back estos días) mientras escucha los ladridos lejanos de su ovejero del otro lado de los auriculares y los gritos de los chicos jugando a la play. La ducha empapará su cuerpo dolorido y el recuerdo lo dejará frente a los palos nuevamente: los vestuarios del club, sus compañeros, las chicas escondiendo comentarios bajo el sol y él a punto de patear el penal. Piensa. Escarba con sus garras hasta dar con sus instintos. Muta hasta convertirse en un animal desbocado y salvaje que persigue saciar un hambre inexplicable que nace de lo más profundo de sus entrañas.

domingo, noviembre 04, 2012

Una de "amor"

Lara: "Estoy enamorada de Maxi"
Mamá: "Qué Maxi?"
Lara: "miliano"
Mamá: "!!!????##**!*?"