jueves, enero 17, 2008

Idas y vueltas

En alguna playa de la costa atlántica argentina, durante el mes de enero de 2008, Candelaria me regaló una tobillera hecha por ella.
Decidí lucirla de inmediato, y casi de inmediato también me zambullí en el mar.
Luego de diez minutos de luchar con las olas y las fuertes corrientes del océano, quise salir para secarme y descansar un poco.
El mar ese día estaba más revoltoso que de costumbre, y al parecer, andaba con ganas de arrancarme el reciente regalo. Y así lo hizo.
Lo que más me preocupaba era la explicación que tenía que darle a Candelaria.
Decidí volver a casa caminando por la playa con mis hermanos y Ana (la novia de uno de ellos), para disfrutar del horizonte marino y del sol. Luego de 300 metros de caminata, Ana se agacha, levanta algo del suelo y me dice: "Mirá".
La tobillera que me regaló Candelaria ahora es más mía que nunca. Se la había tragado el océano y la había vuelto a poner en mi camino.
Si bien la tobillera fue concebida para ser mía, ahora no me quedan dudas.