lunes, marzo 31, 2008

Personajes de ayer, de hoy y de mañana

Frenamos de golpe y arrancamos casi de inmediato. Cada parada es un cabeceo a esta hora de la mañana. Se sube el papá con su hijita sonriente de peinado fresco y mochilita escolar recién estrenada. Sus ojos demuestran ansiedad colorida y múltiples deseos de apretar el botón que anuncia el descenso del colectivo.
Sube una viejita toda blanca. Cada escalón es un cerro. El chofer espera masticando su impaciencia frente a la inevitable lentitud de la señora que lleva enroscada en su muñeca una cartera deshilachada de flores bordadas.
Suben los obreros en malón, aglomerándose en la parte trasera del transporte, masticando palabras poco claras o emitiendo claridades en voz baja. Entra la chica de auriculares y pelo desprolijo al ritmo inconfundible de su masticar. Es evidente que algo la entretiene y mucho. Un esbozo de sonrisa en su rostro revela su goce por la información que reciben sus oídos. Sus remeras, siempre llamativas y de diversidad temática, aportan información entretenida para mis ojos.
Frente a mi una señora de tacos altos y pollera se maquilla. Envidio su pulso mientras trata de espantar los rastros de sueño de su cara con ayuda del rouge despampanante y el rimel pegajoso que acentúa sus pestañas.
Se baja la viejita con los años que le pesan a cuestas. Lo hace por la puerta de adelante, claro, para que el chofer verifique su descenso y no arranque súbitamente dejándola despatarrada al borde del cordón de la vereda. La nena por fin se da el gusto y pulsa el sagrado botón luego del gesto permisivo de su padre.
Entran dos adolescentes de voz profunda, fuertes risotadas, acné prominente y pantalones XXL. Uno de ellos clava su mirada en la chica de remera vistosa. El disimulo no es su fuerte. La observa cada vez que puede y el movimiento de sus órganos oculares no pasa desapercibido frente a mi curiosidad matutina.
Atravesamos la zona de la plaza y de los edificios aledaños que se lucen con el reflejo que provocan sus fachadas a esta hora.
En la parada siguiente se bajan todos. Sólo quedamos dos. Es habitual que los personajes desaparezcan de manera repentina. Ahora el aire que entra por las ventanas fluye holgadamente y en libertad. La avenida se hace más angosta y sus adoquines añosos sacuden la carrocería del colectivo que anticipa la próxima parada. Me bajo, mejor dicho, nos bajamos. Mis observaciones y yo vamos juntas a todos lados. Ahora avanzamos a pie por las hojas otoñales que se densifican con los días. Nuestros pasos son ruidosos, como los colectivos que se oyen a lo lejos, como ecos del pasado inmediato y del futuro que anuncia el mismo ritual para los días venideros.

lunes, marzo 17, 2008

La casa de los gatos




Una vecina me contó que a una cuadra del departamento que alquilamos existe una casa dedicada exclusivamente a los gatos. Lo curioso es que no se trata de hembras humanas dedicadas a cazar hombres, sino de bonitos y variados felinos.
Imagínenlo, a pocas cuadras del río, en una cuadra preciosa y bien cotizada de Zona Norte, un lugar donde sólo viven gatos con gatas y gatitos que cuentan con una casona de dos pisos y un enorme jardín para disfrutar.
Aparentemente vivía una familia (de humanos) que en principio tenía un par de mascotas ronroneantes pero cuando llegó el momento de mudarse, optó por no vender ni alquilar la propiedad, todo lo contrario.
Así es como todos en el barrio saben que si encuentran un gatito huérfano, lastimado o desnutrido, deben acercarlo a la famosa “casa de los gatos”, donde además de haber lugar, hay comida y techo para todos ellos. Del mismo modo, si alguien necesita o quiere una mascota espantaroedores, sabrá dar con las coordenadas exactas para hallar un gato a medida.
Nadie ha comentado nada acerca de los olores, arañazos y maullidos durante épocas de celo o fuertes disputas. Tal vez deba visitar a los vecinos para averiguar si pueden dormir de noche.
“Hay cada loco” me decía mi vecina refiriéndose al propietario de la casa gatuna. Pero yo pienso que el que tuvo esta iniciativa es un loco totalmente aceptable (además de tener plata, of course) .


miércoles, marzo 12, 2008

Combatiendo la imprudencia ajena


Este es un breve relato que destaca la negligencia que rodea todos los rincones de la naturaleza, sin excepción.

Todos sabemos que el clima patagónico ha sabido representar fielmente lo que simboliza una verdadera temporada de verano. Mis hermanos han tenido la suerte de gozar esta época de altas temperaturas y de cielos despejados en San Martín de los Andes.


Durante uno de sus tantos días de pesca en las costas del lago Lácar, más precisamente en una playa desconocida para el turismo, de esas a las que se llega únicamente en bote u osadamente en vehículo y por referencia, Misha y Boris tuvieron que enfrentarse a lo impensado.
Luego del almuerzo decidieron salir a caminar. Dejaron sus equipos junto al bote y comenzaron a bordear la playa. Ambos vestían traje de baño pero Boris además tenía puesto su sombrero. El nivel del lago era más bien bajo. La playa de piedras hirvientes tenía los rastros de las antiguas olas y se podían observar las líneas de palos, troncos y ramitas perfectamente delimitadas por los diferentes niveles por los que había desfilado el Lácar.


De repente, divisaron fuego en uno de esos trazos. Hay que aclarar que con el calor que hizo este verano, las ramas estaban más secas que de costumbre demostrando ser el combustible ideal para las llamas. Así fue como las intenciones de un paseo ameno se estrellaron en la desesperación. Mis hermanos corrieron hasta el lugar y observaron como el principio de incendio iba expandiéndose como una línea perfecta de pólvora que alcanzaba simultáneamente el ramaje circundante. Se dieron cuenta rápidamente que provenía de un fogón mal apagado, donde se veían claros restos de carbón. No tuvieron tiempo de pensar demasiado. Podrían haber vuelto con sus cosas, navegar hasta un lugar que alcance la señal de celular y llamar a los bomberos o a Parques Nacionales, pero decidieron que la ayuda tardaría horas en llegar a un lugar tan inaccesible. Entonces Misha, recordó haber visto una botella tirada mientras caminaba hacia allí. Fue corriendo, la agarró y comenzó con la ardua tarea de llenar la botella con agua del lago y tirarla sobre la línea de fuego en expansión mientras Boris hacía exactamente lo mismo pero haciendo uso de su histórico sombrero. Pensaron en taparlo, pero las piedras estaban muy calientes y yacían entremezcladas con muchos restos de árboles que seguramente avivarían aun más las llamas. Trabajaron arduamente y en soledad sin pensar que podrían apagarlo porque el agua no alcanzaba y la consternación crecía, hasta que al cabo de un tiempo lograron extinguir el incendio. No podían creer lo que había pasado. Con una mezcla de agotamiento, bronca y alivio, se aseguraron de haber liquidado todos los rastros de quema. Finalmente llegaron a la conclusión de que gracias a la botella y al sombrero, pudieron dar por acabado el siniestro, ya que ambos contribuyeron siendo excelentes receptáculos. Que esto sirva como ejemplo para quienes organizan asaditos en los hermosos lugares de nuestra Patagonia y se van irresponsablemente y a los apurones…


La imprudencia tuvo final feliz esta sola vez y en este preciso lugar, donde no hay guarda parques ni espacios delimitados para hacer fogones.
Y existe un ingrediente más, por cierto, algo que agrego por capricho o por pura e inevitable subjetividad. De todos los lugares donde pudieron haber ido, mis hermanos decidieron ir justamente allí. Optaron por salir a caminar para ese lado y a esa hora, oyendo, tal vez inconscientemente, los gritos invisibles de la naturaleza. No caben dudas de que estuvieron en el lugar y momento indicados defendiendo lo que aman como dos héroes anónimos a pesar de sus miedos y sin recibir reconocimiento alguno, salvo estas palabras de hermana orgullosa, que están escondidas en la maleza del ciberespacio, sintiendo el mismo agradecimiento, acaso, que debieron sentir esos bosques nativos mientras atestiguaban aterrados su propia salvación.

viernes, marzo 07, 2008

Un día muy especial...





El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer y lo primero que se me viene a la cabeza es hablar sobre los derechos de la mujer y sobre la desvalorización que sufren millones de mujeres sometidas en este y otros continentes. ¿Pero por qué hacer mención de una cosa tan natural como el derecho de las personas en una determinada fecha, cuando en realidad esto debería estar siempre presente?


El Día Internacional de la Mujer, celebrado cada año el 8 de marzo, es en teoría, un momento para que mujeres y hombres en el mundo celebren el papel de la mujer en todas las áreas del cometido humano que producen cambios positivos, armonía social y posibilidad de mejoramiento general de las condiciones de vida de nuestra generación y de generaciones futuras.

Pero lo cierto es que desde mi acotado mundo, en este día, no existen momentos profundos de reflexión acerca de las injusticias que viven las mujeres todos los días. Lo único que se hace es regalar alguna flor o un chocolate, a modo de atención (en el mejor de los casos), siempre acompañados de algún chiste machista que intenta, fallidamente, ser gracioso.

No está mal reflexionar y tomar medidas que mejoren la calidad de vida de muchas mujeres, o crear posibilidades de mejoramiento, pero opino abiertamente que eso debería ser un accionar vigente los 365 días del año.

Todos los derechos y las responsabilidades de todas las personas deberían tener cabida siempre, siendo el punto de partida para cualquier mandatario o representante de una comunidad.
Los derechos del niño, del adolescente, del hombre y de la mujer deberían celebrarse todos los días, y no ser recordados un determinado día del año, pero veamos porqué se decidió celebrar el Día Internacional de la Mujer un 8 de marzo.

ORÍGENES

Existen diversas versiones, pero la más conocida es la de un incendio ocurrido en una fábrica textil de Nueva York en 1857, donde habrían muerto quemadas las obreras que hacían una huelga. Según la historiadora canadiense Renée Côté, no existen pruebas documentales de que un incendio de esas características se produjera ese año, ni que ese hecho fuera el motivo para establecer una jornada internacional de las mujeres.

Las investigaciones de historiadoras feministas, señalan que lo que pasó en 1857 fue, en verdad, la realización de una marcha convocada en el mes de marzo por el sindicato de costureras de la compañía textil de Lower East Side, de Nueva York, que reclamaban una jornada laboral de sólo 10 horas.

Diez años después, en 1867, también en el mes de marzo, tuvo lugar una huelga de planchadoras de cuellos de la ciudad de Troy, en Nueva York, quienes formaron un sindicato y pidieron un aumento de salarios. Después de tres meses de paro, las huelguistas se vieron obligadas a regresar al trabajo sin haber logrado su demanda.

La historia del 8 de marzo está cruzada por situaciones y hechos que muestran un escenario más complejo y rico en acontecimientos marcados por la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa (donde hasta la fecha es feriado nacional por ser el día de la mujer trabajadora), la lucha por el sufragio femenino, las pugnas entre socialistas y sufragistas, y el creciente auge del sindicalismo femenino durante las primeras décadas del siglo XX en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.

Los orígenes del Día Internacional de la Mujer están ligados a los partidos socialistas de Estados Unidos y Europa, en particular al protagonismo de las mujeres del Partido Socialista Norteamericano que, desde 1908, instauraron unas jornadas de reflexión y acción denominadas Woman's Day. La primera tuvo lugar el 3 de mayo de 1908, en el teatro Garrick de Chicago, con el objetivo central de hacer campaña por el sufragio y contra la esclavitud sexual.
De esta manera, el Día Internacional de la Mujer surge para hacer propaganda a favor del sufragio femenino, para defender los derechos laborales de las trabajadoras y manifestarse contra la guerra.

Posteriormente, en el año 1975 las Naciones Unidas establecieron el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer respaldando la energía, legitimidad y convicción para afirmar el derecho a la ciudadanía plena y a la participación en igualdad de condiciones, en todos los ámbitos.

En este día se recuerdan los éxitos alcanzados por numerosas mujeres a lo largo de la historia, de la “liberación” de la mujer. Hay cada vez más mujeres en posiciones de liderazgo en el escenario nacional e internacional.

Además, hemos ido adquiriendo mayor conciencia y apreciación por las contribuciones de heroínas anónimas cuyos nombres tal vez nunca llegaremos a conocer, trabajadoras de salud, profesoras, líderes de la comunidad, madres, hijas, hermanas, políticas, quienes lenta y humildemente contribuyen sus granos de arena diarios a una causa más grande que ellas mismas, motivadas por la convicción de que lo que hacen será en beneficio de todos.
RECONOCIMIENTO

Por esto, se dice que en esta fecha surgen los conceptos de deuda, gratitud y reconocimiento hacia las mujeres. Y para los hombres que están leyendo esta nota, no me malinterpreten, no es que no nos guste recibir flores, tarjetitas o bombones, simplemente creemos que es más válido sentirnos reconocidas todo el año y no en una fecha precisa. Sobre todo porque muchas veces las mujeres se ocupan de muchos mundos y tareas a la vez, siendo la labor de ama de casa y madre la más dura y menos reconocida de todas.

Aprovecho para aclarar que no me considero una feminista, pero si hombres y mujeres decidimos hablar con real franqueza, seguramente concluyamos en lo mismo: existen muchas problemáticas alarmantes que atañen al género femenino de las que nos tenemos que ocupar de manera urgente.

Todas estas cuestiones requieren de un enfoque que atienda las cualidades propias de las mujeres, ya que existen claras particularidades que comprender para poder tomar medidas adecuadas y acordes a cada situación.

Sin embrago, quiero destacar que al momento de hacer referencia a los derechos del niño, del adolescente, de la mujer o del ciudadano, no se puede evitar la indagación acerca de los límites que se imponen cuando se intenta aclarar lo obvio, lo que es natural e inherente, lo que le pertenece a todos.

El justificar un derecho es como enjaularlo, con la tendencia de que siempre habrá que continuar aclarando y ampliando el derecho que todos tenemos. Del mismo modo entiendo que muchas máximas nacen de la falta de comprensión que se tiene frente a determinadas situaciones, por ello sólo se me ocurre apuntar a la importancia de la educación, tanto en la familia como en las instituciones, después de todo, las mujeres también criamos y educamos a nuestros hijos.

¡FELIZ DÍA PARA TODAS! ¡¡¡y feliz cumple para mí!!! (Ahora no tienen excusas para no dejar sus comentarios. Me conformo con un "feliz cumple, che")

jueves, marzo 06, 2008

Chateando desde el freezer

El caso de una de mis compañeras de trabajo es bien absurdo. Desde que tiene servicio de cable en su casa, la llaman para ofrecerle conexión a internet gratis. Lo risible radica en que ella no tiene computadora y obviamente, no está en condiciones de gozar del servicio en cuestión.
No obstante, los jóvenes que la llaman insisten mes a mes, en ofrecerle banda ancha a domicilio sin registrar las reiteradas y muy claras (les aseguro) respuestas de mi compañera.
Últimamente ella opta por aceptarlo a las risotadas, siempre y cuando ellos le garanticen que estará habilitada a navegar por la web conectada desde la heladera o el microondas…