martes, diciembre 27, 2011

Cuando un colibrí se posa

Cuando un colibrí se posa, los recuerdos más felices se suspenden en el aire. Se convierten en el néctar de aquellos momentos venideros que se sueñan con la sonrisa imperceptible y el lento parpadear. Suspira la hiedra, se relajan las flores y un halo hechicero se adueña de la tristeza que guardan los corazones.
Cuando un colibrí se posa, las fragancias se estancan en la despedida de la embriaguez. La espera enredada no sabe si tomar el camino de la quietud desesperante o la sabia locura. Sólo las hojas perciben el fin del suspenso. Nervaduras relucientes que viven tanto en la pulcritud de los jardines como en las selvas tupidas que cuidan los bordes de Cariló.
El resto de los vivientes apenas lo siente. Las vacaciones ofrecen demasiadas distracciones como para detenerse a observar el mundo y sentirse parte de él. Los pasajeros en tránsito evitan involucrarse pero no saben que al hacerlo dejan pasar la oportunidad de sus vidas.
Porque cuando un colibrí se posa, la séptima ola cae con más fuerza para despojarnos de nuestros sentidos. Da la orden que atraviesa los médanos como un eco empujado por el viento que busca afinar la percepción de lo incoloro y lo impalpable. A pesar de todo, a pesar del miedo. El bosque lo comprende; un amor como pocos se está gestando. Los besos no dados alimentan la euforia y el aire se estremece dando una clara señal: ¡a volar!

martes, diciembre 20, 2011

Navidad

Deseo que las luces no se extingan y se enciendan nuevas sonrisas, nuevos sueños, proyectos, planes, sentimientos y momentos llenos de felicidad.