miércoles, abril 18, 2007

El encanto de los viernes lluviosos


Me aventuro a afirmar que quienes no trabajan los fines de semana compartirán esta verdad casi con seguridad. Cada día de la semana es único. El miércoles no es lo mismo que un sábado y los lunes definitivamente no son como los jueves.

Pero el aluvión de beneficios que acarrean los viernes es insuperable; en cuanto que existe una vaga visión de las pretensiones que uno tiene para el fin de semana. En primer lugar, es el anuncio de las potenciales horas de sueño que se avecinan, a pesar de que muchas veces cuando contamos con esa posibilidad de dormir más, simplemente no la aprovechamos.

Las horas de los viernes se transforman en el preludio de la libertad. Ese es el verdadero goce. Esa libertad que abarca las pequeñas elecciones que podemos hacer los sábados y los domingos. Comer un asado con amigos, ir al cine, desayunar durante horas, practicar nuestro deporte favorito o visitar la gente que queremos. Claro que estas actividades a veces también se hacen rutinarias y nuestro fin de semana termina siendo un rally de obligaciones. Pero más allá de eso, siempre hay momentos para las elecciones autónomas.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando se presenta un viernes lluvioso?, ¿qué tipo de tormenta puede opacar el fin de semana que se avecina? Salvo que tengamos planeado pasar el día al aire libre, nada podría menguar el efecto anticipatorio del último día hábil de la semana.

Si los viernes son grises y mojados, casi automáticamente imagino durmiéndome al ritmo desparejo de la lluvia en el techo debajo de una gruesa frazada, recordando que quedan dos días más para el letargo. Es un bienestar sin comparación.

Es justamente la estructura temporal interna de los viernes la que supera cualquier condición climática desfavorable, y que inclusive acentúa el regocijo de la sensación de saber que se avecinan dos días de merecido descanso. Los nubarrones lluviosos que trae el viento salvaje no son capaces de ensombrecer el preciso momento del atardecer de los viernes, que nada tiene en común con las horas finales de cualquier otro día de la semana.

3 comentarios:

MaxD dijo...

También festejo los viernes... en mi caso los fines de semana pueden volverse rutinarios, pero sin mayor obligación (me abro a alternativas superadoras), además es un cambio de rutina y es una rutina elegida con gusto: desayunos prolongados, escuchar radio, leer, dormir siesta, alquilar una peli (pensar en ir al cine en BRC me da escozor, como a uds) si el día garpa salir a pasear a algún lado y/o encontrarse con amigos.

Un viernes lluvioso sigue siendo viernes, pero a mí me suma muchos puntos si está lindo, sea el día que sea (sé que BRC me hará sufrir esto)

Anónimo dijo...

Personalmente creo que los viernes lluviosos en Bariloche son una real mierda ( palabra autorizada por el negro Fontanarrosa) porque no dá lugar a dudas que los próximos 18 días seguirá de la misma manera. Además no es necesario que llueva para dormir la siesta. Siempre es mejor irte a dormir sabiendo que está la oportunidad de hacer una salida en Bici, correr, trekking o lo que se te ocurra al aire libre.
Por ello no hay mejor día que un lunes lluvioso en Bariloche, porque sabés que de ahí sólo queda mejorar.

Euphoria dijo...

MaxD, los viernes son viernes, es verdad...
Berlusconi, la lluvia es hermosa, es un placer ver llover, oir llover, pero no SENTIR llover.....