sábado, julio 04, 2009

Sobre gustos


Con gran expectativa hemos visitado la hermosa e impresionante librería que la cadena Ateneo tiene sobre la ruidosa Avenida Santa Fé. Una verdadera joya que se compara a las librerías más imponentes del mundo.
Pero qué quieren que les diga, yo me quedo con la librería del barrio, con sus olores contradictorios de viejos libracos y la frescura de los ejemplares relucientes. Prefiero sus escaleras kilométricas llenas de polvo que alcanzan las cumbres oscuras de la nebulosa, ese espacio que se parece al purgatorio de los libros, donde los títulos de los lomos añejos apenas se leen y donde seguramente se guardan tesoros.
La librería del barrio es rimbombante a su modo, con sus pasillos divididos por repisas cubiertas hasta el último centímetro e islotes llenos de novedades. Con la puerta siempre abierta y sus dos mesitas que la vigilan desde la vereda, ha cubierto cada uno de mis caprichos. Hemos encontrado, encargado y descubierto todo lo que buscábamos y aun más. Prefiero su silencio al tango electrónico que distrae en los pasillos del Ateneo.
En cierto modo, siento que me parezco al personaje de Meg Ryan en ¨Tienes un email¨, defendiendo su pequeña librería de las garras del coloso que inaugura el personaje de Tom Hanks a la vuelta de la esquina.

2 comentarios:

Marcos dijo...

Las librerías de cadena han cometido un doble sacrilegio, pues no sólo han desplazado a algunas librerías con alma. También se han entrometido con una especie en extinción "la cueva", la disquería especializada.
Ya nos vengará Amazon y los fundirá...

dulce dijo...

Es una violación a la privacidad del lector que gusta de intimar con sus amados libros.