Cerró la puerta y no llamó al ascensor. Bajó corriendo las escaleras. Huía de algo, de alguien. Aparentemente de si misma. El sacudón del último escalón aclaró su panorama: huía de esa poesía osada que no se animaba a escribir. Un aluvión de palabras intentaba inmortalizarse en un papel, pero su cobardía era lo suficientemente valiente como para desafiarlo.
Le faltaban agallas para expresar esa poesía muda. Eso dolía porque siempre había creído que uno era verdaderamente libre en su escritura pero ahora además estaba claro que también terminaba siendo presa de ella.
En cada paso que dio imaginó principios y finales pero por el momento el sabor de la libertad seguiría estando encerrado allí, tras los barrotes de su imaginación y la sensación de una posibilidad trunca.
7 comentarios:
Más que a cobardía, me suena a angustia artística.
Ya llegará el punto en que no pueda más y el único modo de escapar sea poniendo las palabras en el papel.
Y después se sentirá plena.
Besos.
Estimada Euphoria:
Eso que relatas nos ha pasado a muchos, sobre todo de jóvenes en la secundaria, escribiendo ceñidos a las formas clásicas. Un gusto rememorar esos tiempos por tu interesante escrito.
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
Y al final, un dia cualquiera, de pronto, de repente, sin motivos, una noche cualquiera, se te aparece un poema venido desde adentro mostrando las cicatrices viejas de las batallas en cada intento.
Y te quedás mirándolo, sabiendo que son las mismas mudas heridas que en vos aún no cierran.
Qué cosa, Kira, y seguimos...
No es lo mío la poesía, pero hay veces que se me aparecen palabras y frases en la noche que no me dejan dormir, como buscando salirse. Si me acuerdo, después trato de escribirlas, pero por lo general sonaban mejor dentro de los barrotes de mi imaginación que sobre el papel o la pantalla. En fin... lindo texto el tuyo.
Veo que no soy la única...
GRACIAS POR PASAR!
Escribes fenomenal! Me ha encantado.. No sufras que ya saldrán esas palabras en el momento menos pensado. Un saludo!
Cuántas veces hemos huído de nosotras mismas, de nuestra sensibilidad? La cobardía es a veces un lugar seguro, pero muy aburrido.
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