viernes, mayo 16, 2008

Un muso poco convencional



Se trata de una esquina, de un ambiente arrinconado por dos calles, una de ellas sin salida. Es un rincón de techos altos, viejos y de paredes de ladrillos desgastados que no perdieron su elegancia gracias a la moda vigente que pregona reciclarlo todo.

Las ventanas son estilizadas y están abarrotadas de hierros vistosos que resguardan esculturas, cuadros, mesas de trabajo y más cuadros. No se respira prolijidad pero se perciben aires de libertad.

La profesora está acompañada por su gato. Se llama Bruno y es negro. Y tuerto. Y gordo. Y es muy querible. “Bruno vive en el taller, es el señor de este lugar”, me dice. Me ofreció tomar asiento y un te de frutos rojos. Charlamos y me dio la consigna de empezar a dibujar un jarrón de dos asas y una botella de aceto balsámico.

Bruno me observó fijo durante mi estadía en el taller, su taller. Me miró detenidamente con su único ojo sin apenas pestañear. La profesora me distraía con sus pasos y palabras indicadoras mientras orbitaba a mi alrededor, pero Bruno me tenía hipnotizada.

Dicen que la tercera es la vencida. Este es el tercer taller que visito. Los dos anteriores no merecen palabras de ningún tipo. Dudo todavía de mi decisión final, pero si admito que volveré, sobre todo porque Bruno me inspiró. Y noté que ha ejercido esa energía en otros anteriormente porque una importante cantidad de obras a mi alrededor retrataban su porte robusto y su ojo de cíclope color ámbar. El mismo ojo que registró cada uno de mis movimientos durante dos horas, y que me generó la suficiente curiosidad para volver. Y terminar con la botella y el jarrón, claro.

4 comentarios:

Marina dijo...

Estas buscando profesora para seguir pintando con acuarelas?

Euphoria dijo...

Si, y en el camino me encontré con Bruno.

Anónimo dijo...

Disculpame querida pero tengo esta duda:
A qué hora entrás a trabajar vos?

Marcos dijo...

Los artistas trabajan a cualquier hora.