Ni siquiera tengo una foto suya. Apenas lo vi dos veces. Apareció por acá hace unas dos semanas y ya se fue porque se lo adueñó la hija de una vecina. Hubo opiniones encontradas de la gente del edificio. Que si, que no. El se quería quedar, de eso no hay dudas. Su búsqueda constante de cariño era de lo más compradora.
Me enteré que alguien hasta se animó a ponerle nombre: Homero.
Homero me recordó a nuestro gato, que apareció de la misma manera allá lejos y hace tiempo. Ambos son siameses, machos, adultos y castrados, y se adueñaron de un lugar sin invitación y quién sabe cómo y porqué. Ambos serán siempre un misterio.
Sólo puedo decir que Homero merecía una historia más dedicada.
1 comentario:
Sólo lo nuestro nos pertenece. Ese era el lugar de Homero.
Besos.
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